LA PRISIÓN DE STANFORD

 

En 1971, el psicólogo social de la Universidad de Stanford, Philip Zimbardo, y sus colaboradores se plantearon que era importante entender cómo funcionaba un proceso que se denominaba desindividualización.

 

psicologo-barcelona-stanfordPensaron que la situación más desindividualizante que se les ocurría era una prisión. En una prisión las conductas de los presos (y de los guardias) están tan pautadas que no queda lugar para la expresión de otras conductas que no sean las que establece el rol. El grupo asigna los roles y, por lo tanto, se diluye la responsabilidad personal. Para estudiarlo, intentaron realizar trabajo de campo en prisiones, pero no fueron autorizados por ninguna institución penal, así que decidieron crear una prisión simulada e intentaron realizar una especie de juego de rol avant-la-lettre. Diseñaron una prisión en los subterráneos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Stanford y buscaron voluntarios que quisieran participar. No había ningún tipo de engaño: se trataba de pasar dos semanas en una prisión simulada. Algunos de los voluntarios, aleatoriamente, harían de guardias y otros, de prisioneros. La mayoría de los participantes, veintiuno en total, eran estudiantes universitarios que veraneaban en la región y aceptaron participar por la compensación económica (15$/día). Una entrevista clínica con detalle y una serie de tests psicológicos determinaron que los participantes eran “normales”: emocionalmente estables, físicamente sanos y respetuosos con la ley. En resumidas cuentas, no eran ni sádicos ni delincuentes.

 

psicologos-barcelona-stanfordPues bien, ¡el resultado fue que el experimento duró exactamente seis días y seis noches! ¿Por qué razón se acortó? Pues porque se desmadró con una rapidez increíble. Lo que esperaban que serían leves modificaciones en el comportamiento y el estado anímico de los participantes se convirtió en una serie de actos brutales y arbitrarios sin precedentes por parte de los guardias y en estados de apatía y depresión por parte de los prisioneros. La situación se apoderó de todos los participantes, incluidos los mismos experimentadores, hasta el punto de que ya no se sintieron capaces de controlar lo que estaba sucediendo.

 

psico-punto Detalles del experimento:

Una vez que los sujetos manifestaron su consentimiento fueron “detenidos” por sorpresa un domingo por la mañana en su casa por la policía de Palo Alto. Esto, junto con la serie de detalles que os comentaremos a continuación, contribuyó a dar un toque realista al experimento. De todos modos, debemos saber que el experimento no intentó reproducir una prisión real, sino sólo los aspectos funcionales de ésta. Por ejemplo, no se les afeitó la cabeza como se hace en algunos campos de concentración o en el ejército mismo para potenciar el anonimato y la aceptación de la arbitrariedad de las normas, sino que se simuló el afeitado obligando a los “prisioneros” a llevar día y noche una gorra hecha con medias de mujer. Otros aspectos fueron los siguientes:

stanford-psicologos-barcelona– Al llegar se les desnudó, registró, desinfectó y se les dio un informe, una toalla, un jabón y se les encerró en una celda con dos personas más y una cama para cada uno.

– Se potenció la sensación de anonimato y de humillación dándoles un uniforme que era como una bata y se les hizo ir sin ropa interior y con la gorra mencionada; se les puso una cadena en un pie (no estaba atada en ningún sitio, pero les recordaba la situación constantemente, incluso mientras dormían, ya que se escuchaba cuando se movían). No se les permitió tener objetos personales y se les prohibió dirigirse unos a otros por sus nombres. Sólo podían hacerlo con su número de identificación. Se dio a cada uno de los guardias un uniforme, que era igual para todos, y unas gafas de sol de vidrios reflectores que impedían el contacto visual.

– A los guardias se les dejó libertad y sólo se les dijo que debían mantener la ley y el orden y que debían solucionar los problemas que se presentasen.

Una rebelión el segundo día les sorprendió a todos desprevenidos: los prisioneros se quitaron gorras y números y bloquearon las celdas. Este acto fue básico, ya que constituyó un punto de inflexión en la dinámica del experimento. Probablemente, la rebelión tuvo lugar como parte del papel de prisioneros que creían que debían ejecutar, pero los guardias se lo tomaron en serio y la reprimieron con fuerza: pidieron refuerzos a otros turnos de guardias, entraron en las celdas con un extintor, desnudaron a los internos, los molestaron e intimidaron y recluyeron a los líderes en una celda de castigo más pequeña. Pensando que perderían el control, decidieron por su cuenta crear una celda con privilegios y poner en ella a los presos “buenos”; después, cambiaron a algunos de los buenos y, arbitrariamente, los pusieron con los “malos”. Esto rompió completamente la organización incipiente de los prisioneros, ya que sospecharon que los “buenos” eran confidentes de los guardias.

A partir de entonces, las arbitrariedades y los castigos se sucedieron con frecuencia y los presos comenzaron a asumir su rol hasta el punto de que ya se comportaban como prisioneros, incluso en ausencia de guardias y personal del experimento. Por ejemplo, el 90% de los temas de conversación trataban sobre las posibles fugas, quejas sobre la comida, tácticas para relacionarse con determinados guardias, etc. Su vida “personal” había desaparecido hasta el punto de que se conocían por los números o por motes; algunos nunca llegaron a saber cómo se llamaban sus compañeros, simplemente porque no se lo preguntaron.

carcel-stanford-psicologiaLos experimentadores también perdieron el norte: ante un rumor no comprobado de que alguien vendría a rescatar a los prisioneros, cambiaron de sitio la prisión, desplazaron a los prisioneros atados y con los ojos  vendados a un almacén cercano. Es decir, “salvaron” la prisión y a los presos y dejaron de hacer observaciones, en lugar de ver qué sucedía y tomar nota de ello.

La confusión comenzó a ser total cuando los padres de un estudiante, después de una visita, dijeron que buscarían a un abogado para sacar a su hijo (hay que recordar que el experimento era voluntario y que en cualquier momento se podía abandonar). Los experimentadores dejaron que viniera el abogado y hablase con los prisioneros. Llegados a este punto, la situación ya no era un experimento, sino una prisión de verdad. El sexto día, sin embargo, decidieron que el experimento debía finalizar.

 

psico-punto Fijaos en estos extractos de un diario de campo de uno de los guardias:

Antes del experimento: como persona pacifista y no agresiva me resulta imposible imaginarme en una situación en la cual pueda ser guardia de otros seres vivos y mucho menos maltratarlos.

prision-stanford-psicologiaDespués de la reunión de orientación: la compra de uniformes al final de la reunión me confirma la atmósfera de pasatiempo de todo este montaje. Dudo de que muchos de nosotros compartamos las expectativas de “seriedad” que parecen tener los experimentadores.

Primer día: me parece que los prisioneros se burlarán de mi aspecto. Pondré en marcha mi primera estrategia básica: es fundamental que no sonría ante nada que pueda decir o hacer, ya que esto equivaldría a admitir que todo esto no es más que un pasatiempo… Me detengo en la celda 3 y con voz grave y baja le digo al número 5.486: “¿De qué te ríes?” “De nada, señor oficial”. “Bien, asegúrese de que así sea”. (Cuando me voy, me siento como un estúpido).

Cuarto día: … el psicólogo me increpa por esposar y taparle los ojos a un prisionero antes de salir de la oficina (de consejo y orientación) y le contesto ofendido que es necesario  desde el punto de vista de la seguridad y que, además, es asunto mío.

stanford-barcelona-psicologosQuinto día: asedio a Sarge [un prisionero] que se obstina en obedecer todas las órdenes excesivamente. Lo he elegido para maltratarlo porque se lo ha ganado a pulso y porque me cae mal, y basta. El problema comienza con la cena. El nuevo prisionero (416) se niega a comerse la salchicha. Lo lanzamos al “agujero” [celda de castigo] y le ordenamos que tome las salchichas con cada mano y las mantenga bien altas. Tenemos una crisis de autoridad. Esta conducta rebelde puede minar el control total que tenemos sobre los demás. […] Al pasar por delante de la puerta del “agujero” le doy golpes con la porra… Siento una gran irritación hacia este prisionero que crea molestias y problemas con los demás. Decido hacerle comer a la fuerza, pero no traga y la comida le resbala por la cara. No me creo que sea yo quien está haciendo esto. Me odio por obligarlo a comer, pero lo odio más a él por negarse a hacerlo.

P.J. Zimbardo y otros (1986). “La Psicología del encarcelamiento: privación, poder y patología”. Revista de Psicología Social (núm. 1, pág. 103).

 

psico-punto Explicaciones que argumentan los motivos que impulsaron la conducta que mostraron los participantes del experimento:

El “juego” de los roles

El individuo en una institución social

Las posibilidades de resistencia

 

psico-punto Enlaces externos (os los recomiendo, son muy interesantes):

Experimento Prision Stanford (YouTube)

Entrevista ( Vídeo ) de Eduard Punset a Philip Zimbardo sobre el Experimento de Sanford

Video: Poder de la situación (en este enlace se comenta el Experimento de Milgram, la Prisión de Stanford y el Holocausto Nazi, además de otros interesantes experimentos)

 

psico-punto Película recomendada: El experimento 

     Trailer de la película

psicologia-barcelona-pelicula

 

Dirección: Oliver Hirschbielgel.
País:
 Alemania.
Año: 2001.
Duración: 120 min.
Interpretación: Moritz Bleibtreu (Tarek Fahd. Prisionero nº.77), Maren Eggert (Dora), Christian Berkel (Steinhoff. Prisionero nº.38º), Justus von Dohnanyi (Guardián Berus), Oliver Stokowski (Schütte. Prisionero nº.82), Timo Dierkes (Guardián Eckert), Nicki von Tempelhoff (Guardián Kamps), Antoine Monot Jr. (Guardián Bosch), Wotan Wilke Möhring (Joe. Prisionero nº.69), Andrea Sawatzki (Dra. Jutta Grimm), Edgar Selge (Profesor Dr. Klaus Thon), Polat Dal (Prisionero nº.40), Stephan Szasz (Prisionero nº.53), Danny Richter (Prisionero nº.21), Ralf Müller (Prisionero nº.15), Markus Rudolf (Prisionero nº.74), Peter Fieseler (Prisionero nº.11), Thorsten Dersch (Prisionero nº.86), Sven Grefer (Prisionero nº.94), Lars Gärtner (Guardián Renzel), Markus Klauk (Guardián Stock), Ralph Püttmann (Guardián Amandy), Philipp Hochmair (Lars), André Jung (Ziegler), Uwe Rohde (Hans).
Guión: Mario Giordano, Christoph Darnstädt y Don Bohlinger; basado en la novela ‘The experiment – Blac box’.
Producción: Norbert Preuss, Marc Conrad y Fritz Wildfeuer.
Música: Alexander van Bubenheim.
Fotografía:
 Rainer Klausnabb.
Montaje: Hans Funck.
Dirección artística: Andrea Kessler.
Vestuario: Claudia Bobsin.
Decorados: Uli Hanisch.

 

 

*Bibliografía: Ibáñez, Tomás (2003) (Coord.) Introducció a la psicologia social. Barcelona: Editorial UOC.