EXPLICACIÓN DE MILGRAM

 

Para Milgram, el funcionamiento en sociedad implica división del trabajo y coordinación, así como jerarquía para efectuarlo. Considera también que el hecho de que los sujetos funcionan en el interior de un sistema obviamente produce cambios en su capacidad para funcionar autónomamente, ya que, por ejemplo, deben ceder el control a quien coordina. Todo esto lleva a Milgram a defender que lo que sucede en los experimentos es un cambio especial en la actitud de los individuos. Éstos, durante el experimento, pasan a un estado actitudinal que denominó estado agente, por el cual el individuo que se incorpora a un sistema de autoridad y ya no se ve a ella misma como una actuante movida por sus propios intereses, sino como un agente al servicio de los deseos ajenos.

 

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Tal como resume Josep Maria Blanch:

Las consecuencias más destacables del estado de agente en alguien consiste en su aceptación de la definición de la situación que le dicte la autoridad, su asunción del rol de instrumento al servicio de los fines impuestos por el superior y en su transformación moral, por la que se siente responsable no tanto de las consecuencias de sus actos como del cumplimiento estricto de las órdenes que le han sido dadas. En otros términos, la obediencia no elimina la moral; sino que desplaza el centro de gravedad de la misma, en el contexto de una “reestructuración del campo social e informativo”. De este modo, su componente cognitivo confiere mayor relevancia al imperativo ético de la subordinación y al aspecto técnico de la ejecución que al elemento de la relación agente-víctima implicado en la acción. Esta nueva moralidad reduce el bien a la ley y el amor al deber; al tiempo que establece la sumisión como base de las virtudes cardinales.

J.M. Blanch (1982). Psicologías Sociales. Aproximación histórica. Barcelona. Hora.

 

 

Es necesario explicar por qué un sujeto puede entrar en este “estado agente”, en qué ocasiones lo hace y cómo se mantiene en el mismo. Para Milgram, hay dos tipos de procesos: los antecedentes necesarios y los que genera la misma situación en el momento. Entre los antecedentes encontramos la socialización en la obediencia. La familia, la escuela y el trabajo son estructuras fundamentales de nuestra sociedad y son instituciones jerárquicas basadas en la autoridad de unos sobre otros. La lógica de las instituciones no sólo nos lleva a obedecer, sino también a considerar la obediencia como una necesidad para la supervivencia misma de la situación, lo cual a menudo se confunde con la supervivencia misma de la humanidad. Además, existe un antecedente necesario más propio del experimento, la ideología cientifista, es decir, el hecho de que se reconozca comúnmente que la ciencia es una forma de conocimiento legítima y que el científico es quien ostenta la autoridad legítima en una situación “de ciencia”. Así, por tanto, a la existencia de una ideología que justifica la situación se añade la circunstancia de que el sujeto considera al científico como la autoridad adecuada para la situación en cuestión. El poder de la autoridad proviene del cumplimiento adecuado de su rol y, como bien dice Milgram, no de sus características propias, sino de su posición percibida en una estructura social; si el experimentador exigiese algo que no estuviera justificado en el contexto, no obtendría ningún tipo de obediencia.

 

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Son varios los procesos que hacen que el sujeto se mantenga en la situación en lugar de salirse de ella una vez que ha empezado. El sujeto ha adquirido un compromiso con el experimentador y, por tanto, tiene una relación con lo que considera una autoridad legítima que quiere que sea lo más satisfactoria posible. El control de la impresión de sí mismo hace que quiera quedar como alguien cumplidor y en la cual se puede confiar y, en cambio, no tiene ninguna relación con el “aprendiz”, el cual le representa una molestia, un impedimento para quedar bien. El experimentador, y no el sujeto, es quien proporciona la definición de la situación.

“Cada situación también posee un tipo de ideología, que denominamos definición de la situación y es la interpretación del significado de una circunstancia social. Ésta provee la perspectiva mediante la cual los elementos de una situación adquieren coherencia. Un acto visto desde una perspectiva puede parecer atroz, pero la misma acción vista desde otra perspectiva parece adecuada. Hay una propensión por parte de la gente para aceptar las definiciones de la acción que provienen de una autoridad legítima. Esto quiere decir que, aunque el sujeto realice la acción, permite a la autoridad definir su significado.”

S. Milgram (1974). Obedience to Authority (pág. 162-163). Londres: Pinter Martin, 1997.

 

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También hay que tener en cuenta que la situación posee una temporalización, es decir, que consta de una serie de elementos muy parecidos que se suceden unos a otros. Esto es importante, ya que cada vez que subimos 15 voltios la descarga, la situación no cambia sustancialmente: el hecho de haber efectuado la descarga anterior justifica continuar adelante. Por lo tanto, cada vez que se daba una descarga, resultaba más difícil romper con el experimento; si quien ya ha actuado hasta el punto que lo ha hecho, ¿cómo puede justificar abandonar en el punto siguiente? Como explican algunos autores:

“Si el sujeto decide que no es permisible aplicar la siguiente descarga, entonces, como ésta es (en todos los casos) sólo ligeramente más intensa que la anterior, ¿cuál es su justificación por haber aplicado la última? Negar la corrección del paso que está a punto de dar implica que el paso anterior tampoco era correcto y esto debilita la posición moral del sujeto. El sujeto se va quedando atrapado por su compromiso gradual con el experimento.

J.P. Sabini; M. Silver (1980). “Destroying the Innocent with a Clear Conscience: A sociopsychology of the Holocaust”. En: J.E. Dinsdale (ed.). Survivors, Victims and Perpetrators: Essays on the Nazi Holocaust (pág. 342). Washington: Hemisphere. Citado en Bauman (1989).

El factor de “gradualidad” es relevante para entender la generalización que se ha hecho de los resultados de Milgram a otros contextos, en los cuales las implicaciones de efectuar acciones inmorales bajo las órdenes de una autoridad no son evidentes desde el principio, pero se materializan cuando el individuo queda enredado en una cadena de mando burocrática.”

A. Miller; B.E. Collins; D. Brief (1995). “Perspectives on Obedience to Authority: The Legacy of the Milgram Experiments”. Journal of Social Issues (núm. 51, vol. 3, pág. 1-19).

Finalmente y lo más importante, la responsabilidad de la acción se delega a la autoridad y el sujeto se siente responsable hacia la autoridad pertinente, pero no de los actos cometidos, sino del cumplimiento de las órdenes. Por este motivo, la pregunta más importante que hay que hacerse y que Milgram no contesta es cómo es posible delegar a otro la responsabilidad de una serie de actos que uno mismo comete con sus manos.

No está de más recordar aquí que los estudios experimentales sobre influencia parten del punto de vista de la psicología social psicológica, es decir, que para estos investigadores el individuo prevalece por encima de la organización social, la cual no es más que la consecuencia del conjunto de interacciones entre individuos. Por esta razón, Milgram puede afirmar que un individuo es originalmente autónomo y a causa de su pertenencia a un sistema pierde parte de esta autonomía, que cede al grupo. Este punto de vista no se sostiene desde una psicología social más psicológica, como la construccionista, según la cual individuo y sistema, léase sociedad o grupo, no son dos cosas distintas.

 

 

*Bibliografía: Ibáñez, Tomás (2003) (Coord.) Introducció a la psicologia social. Barcelona: Editorial UOC.