LOS CIUDADANOS ALEMANES CORRIENTES

 

negHubo considerables niveles de rechazo del nazismo entre clérigos, comunistas, mujeres y grupos de jóvenes. Muchos alemanes fueron fusilados por ayudar a judíos. Pero como argumentan Johnson y Goldhagen (estudiosos del tema), si la Gestapo funcionó tan eficazmente, fue por la activa colaboración de los ciudadanos corrientes con sus denuncias, que solían ser anónimas, por cierto. Millones de personas de las clases medias y altas, e incluso de las clases trabajadoras, de un modo u otro, colaboraron en la monstruosa empresa genocida: ésa es la “incómoda verdad”.

 

Escribe Weinberg que incluso cuando la derrota se vislumbraba en el horizonte, la población, “que armonizaba el temor y la apatía con la devoción y la esperanza continuó apoyando al régimen hasta el final de la guerra. Sólo cuando las tropas aliadas hicieron su aparición en Alemania, un número significativo de alemanes dio la espalda al sistema al que había servido”.

E. A. Johnson (2002). El terror nazi. La Gestapo, los judíos y el pueblo alemán (p. 347). Buenos Aires: Paidós

 

6En la estremecedora obra de J. T. Gross titulada Vecinos. El exterminio de la comunidad judía de Jedwabne (Barcelona: editorial Crítica, 2002), se documenta minuciosamente cómo el 10 de julio de 1941 ciudadanos “corrientes” polacos masacraron a 1.600 convecinos judíos con hachas, garrotes con clavos, cortándoles la lengua, arrancándoles los ojos y pisoteando a los bebés. Y los pocos que todavía sobrevivieron fueron encerrados en un establo, que incendiaron. Mientras, los soldados alemanes asistían pasivamente al espectáculo.

Autores como Gellately han insistido en el conocimiento que tenían los ciudadanos alemanes sobre los campos:

Así, por ejemplo, la prensa del pueblo mismo de Dachau hablaba acerca de las ventajas que la instalación del campo tendría para los empresarios locales e informaba cómo, ocasionalmente, algún preso moría a causa de los disparos –”en defensa propia”– de los guardias. En otras partes hubo semejantes informaciones en las que se insistía en el carácter preventivo y educativo de esas instalaciones que por entonces albergaban, sobre todo, a comunistas, unos 50.000 entre marzo y abril de 1933. Dice Gellately que los alemanes aceptaron “de buena gana” estos establecimientos de resocialización de mendigos, homosexuales, parados crónicos, alcohólicos y delincuentes sexuales.

 

Es difícil sostener hoy que una gran mayoría de la población alemana ignoraba el genocidio, por tres razones fundamentales:

1) Por fiables testimonios.

2) Porque la BBC informaba puntualmente en alemán de lo que estaba ocurriendo en los campos; aunque era delito, muchos alemanes escuchaban la radio y asimismo podían leer los millones de folletos lanzados por los aliados denunciando el exterminio.

3) Encuestas realizadas después de la guerra y más recientemente revelan el conocimiento de la población de las atrocidades cometidas.

 

*Bibliografía: Ibáñez, Tomás (2003) (Coord.) Introducció a la psicologia social. Barcelona: Editorial UOC.