LA OBEDIENCIA A LA AUTORIDAD

 

portada3Después del Holocausto, cuando se interrogaron y juzgaron a supuestos genocidas por sus actos durante la barbarie, la gran mayoría de estos se justificó alegando que “obedecían órdenes”.  Ante estas explicaciones nos podríamos referenciar a los experimentos de Milgram. Según manifestó el propio Milgram en una entrevista, si en Estados Unidos se crearan campos de exterminio, habría suficiente personal para que funcionasen en cualquier ciudad americana.

 

De cualquier forma, son obvias las diferencias entre las atrocidades nazis y las respuestas de los sujetos de los experimentos de Milgram. En los experimentos se obtuvo la obediencia durante el periodo de una hora a partir de un valor positivo como era el de aumentar nuestro conocimiento científico. Además, aseguraba a los experimentadores que no causarían daños permanentes en las víctimas. Otro dato importante, es que cuando se dejaba a los experimentadores solos, el nivel de obediencia descendía.

 

En los campos de exterminio no hubo presencia contante de jerarcas nazis, ni amenazas, ni presiones. Los verdugos no simplemente acataron las ordenes, si no que las interiorizaron y las acataron durante años. Obedecer a un prestigioso científico con motivo del progreso del saber no es igual, evidentemente, que obedecer el asesino que ordena administrar a las cámaras de ducha el gas letal.

 

Para entender el comportamiento de la población alemana, creo que es importante situarse en un enfoque psicosocial y tener un perspectiva de los fenómenos de conformismo e influencia social, así como el de los grupos sociales y movimientos colectivos (ver apartados CONFORMISMO O INFLUENCIA y COMPORTAMIENTO COLECTIVO).

 

*Bibliografía: Ibáñez, Tomás (2003) (Coord.) Introducció a la psicologia social. Barcelona: Editorial UOC.